03 noviembre 2006

El trabajo de los voluntarios

Los voluntarios contituyen en Old Hall la alternativa a los jornaleros. Dado que los miembros de la comunidad sólo pueden dedicar por norma general unas cuantas horas al día para las labores de mantenimiento de la casa, cultivo de huertos y cuidado de los animales, la época de cosecha claramente desborda sus posibilidades. Por otro lado, al estar integrados en los ambientes y circuitos de la agricultura ecológica (Organic Food) en Inglaterra, la práctica habitual de ofrecer comida y techo a voluntarios a cambio de su trabajo no les resultaba demasiado extraña.

El resultado es que, por lo que he podido conocer, la vida de un voluntario en Old Hall es bastante más agradable y confortable que en otros establecimientos de AE ingleses, más dedicados a la agricultura con ánimo de lucro (granjas, escuelas o albergues). La jornada diaria es de cuatro horas, repartidas entre las 9.30 y las 11.45 de la mañana y las 15.30 y las 17.45 de la tarde. Interrumpidas además con sendas pausas hacia las diez y media y hacia las cuatro y media de la tarde, para tomar un refresco o un té en la cocina.

Una pizarra junto a la puerta de la cocina indica la tarea prevista para la mañana o tarde, así como la persona de la comunidad responsable. Durante mi estancia fueron básicamente: recoger manzanas del huerto, recoger peras, cosecha de frambuesas, varias cosechas de moras, disponer las manzanas en el almacén, revisar las patatas (3 trailers) antes de guardarlas en su almacén y destinar las malas a los cerdos y gallinas y las malísimas a los gansos, recoger judías, limpiar de maleza los huertos, retirar mallas del suelo, regar los tomates del invernadero ... etc.

Muchos voluntarios son estudiantes extranjeros que quieren también practicar o perfeccionar su inglés. Otros son estudiantes ingleses de ciudad, con ganas de pasar un tiempo en el campo o incluso ir aprendiendo técnicas para vivir en él. Para los voluntarios que vienen por primera vez prefieren que la estancia sea de dos semanas, lo suficiente como para que vayan aprendiendo el funcionamiento de la comunidad y acaben teniendo una cierta autonomía y por otro lado, el suficiente para que si la estancia no cuaja, por el motivo que sea, la programación del trabajo no sufra demasiado.

Dado que la vida comunitaria se reduce hasta cierto punto a las comidas comunes, al trabajo compartido y a las reuniones semanales ordinarias (las extraordinarias se convocan en cualquier momento en que sea necesario tomar alguna decisión), los voluntarios realmente tienen poca oportunidad de integrarse en la comunidad. Es por ello que sólo suelen tener voluntarios en verano, cuando realmente hay trabajo suficiente para que un grupo de voluntarios pueda organizarse su propia vida social y comunitaria. Los voluntarios no participan en las reuniones semanales, salvo cuando se trata de voluntarios que ya han adquirido estatus de huéspedes o invitados.

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