Este pasado mes de septiembre he estado quince días en Inglaterra, en Old Hall, una especie de comunidad formada por unas sesenta personas, incluidos unos quince niños, cuya principal característica es que prácticamente todo lo que se come es fruto del trabajo y del esfuerzo de sus miembros, todo ello cultivado o criado según los más estrictos principios de la agricultura ecológica.
Desde hace años, y en vista de que en verano, en la época de cosecha, requieren mano de obra adicional, reciben a voluntarios (generalmente universitarios y estudiantes de inglés) que a cambio de alojamiento y comida se comprometen a colaborar en las tareas del campo unas 30 horas semanales, divididas en 5 jornadas partidas, a razón de 3 horas por la mañana y otras 3 por la tarde.
26 septiembre 2006
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